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El Independentismo Catalán desde Madrid

El Independentismo Catalán visto desde Madrid



Son días confusos. La gente habla en los bares, en el Metro, por la calle.


Yo soy madrileño, nací aquí y toda mi familia también; se podría decir que soy "gato". Normalmente veo la televisión bastante poco, no me gusta su contenido ni me gusta la manipulación a la que nos intentan someter, qué os voy a contar que no sepáis ya. Lo curioso, es que a veces, no te queda más remedio que leer noticias que llegan desde los medios de comunicación habituales, aunque sea desde Internet, Twitter, o cualquier red social. He leído auténticas absurdeces que vienen de uno y de otro lado, pero también he tenido la oportunidad de hablar con mucha gente que piensa como yo, y es que, os aseguro que mucha gente en Madrid ve el derecho a decidir tanto de Cataluña, como de cualquier autonomía totalmente ético. 

Hace unos días, los gobernantes del PP, junto a su marca blanca, conocida como Ciudadanos, e incluso el PSOE -aquel partido tan de izquierdas comandado por el guapísimo Pedro Sánchez- tomaron la decisión de boicotear toda posibilidad de que el pueblo catalán muestre mediante el voto, un deseo. Como suele pasar, todo se empieza a poner turbio, y como aquel juego llamado "teléfono escacharrado", al final llega a los oídos del cuidadano de a pie como un batiburrillo de datos sin sentido que hace confundir aún más a la gente.

 El problema viene cuando se le da tanto bombo a una idea tan simple como el desempeño de la democracia dentro de un país, que la gente, al verse saturada de tanta información, (la mayoría contaminada), comienza a tener ideas equivocadas, e incluso respuestas violentas. ¿Os imagináis lo sencillo que hubiera sido haber permitido esa votación desde un principio? Es una idea que ronda las cabezas de muchos y muchas de nosotros. La sangre no llegó al río. Las voces se calman, y la democracia Española, herida de muerte desde hace ya más de ocho décadas, habría tenido una pequeña oportunidad de sobrevivir, pero como digo: "esto es España". Es la frase más recurrida últimamente entre los contrarios a la idea de una Cataluña independiente, sin argumentos, sin razones. "Esto es España, y los catalanes no van a dejar de ser españoles". "Cataluña nunca fue independiente, ¿por qué lo va a ser ahora?". Bueno, esta última frase me lleva a pensar, que si bien cataluña nunca lo fue, acaso el País Vasco, que sí lo fue, ¿sí tendría derecho a un referéndum?

Lo curioso de todo este embolao que se está montando, parte de bases muy simples, y que hacen, tal como en su momento nos enseñaba Barrio Sésamo, para todos los poco documentados, que puedan entender que la Cataluña independiente es mala, y "ESPAÑA, UNA, GRANDE Y LIBRE", otra muy diferente. -luego tendrá que venirme algún intelectual de la bandera del pollo a que me explique eso de libre- Y como muchos estáis esperando, la pregunta que se lanza es de lo más sencilla: "Y el Barça, ¿dónde jugaría?". Por supuesto ha caído como las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Intentamos hablar de democracia, y como idiotas, nos llevan al fútbol, donde habrá horas y horas de debate en las radios, televisiones, y por supuesto un pequeño chute de violencia y odio hacia el pueblo catalán, que ahora son los enemigos número 1 de la Patria. Os diré algo: soy madridista y sinceramente, a mí no me metáis en ese saco. 

Reducir lo que veo en las calles, o en mis grupos de amigos a mero show televisivo, hace flaco favor a un mundo en el que parece que desde hace tiempo, se ha salido de su órbita y ha enloquecido. Un mundo en el que los seres humanos se matan unos a otros, y en el que la pobreza abunda cada día más, parece que nunca es el momento de hablar de esta palabra que llevo repitiendo durante varias líneas: democracia. Todavía podemos ser conscientes de que votar nunca ha hecho daño a nadie. De que llamarlos nazis porque quieren expresarse no tiene sentido, cuando los verdaderos fascistas que nos gobiernan están elegidos, precisamente, a través de otras urnas. Y que si aparece en la televisión Soraya Sáenz de Santamaría volviendo a repetir aquello de: "Es la mayor vergüenza que he pasado en mi vida política", que mire las imputaciones de su partido, la cantidad de cargos que tienena sus espaldas por delitos, robo y falsedad, y luego se pregunten por qué hay una parte de su gran y gloriosa España, está harta y quiere coger las maletas y largarse. 

Y no, no me gustaría que Cataluña se independizara de España. Creo que nos hace tanta falta como nosotros a ellos, pero quiénes somos nosotros para decir que NO, a la democracia. Además, ¿dónde jugaría el Barça? 

1 comentario:

  1. Creo que es un tema más complejo que todo esto. Tan sumamente complejo que haría falta un verdadero debate académico y, aún así, no estoy seguro de que llegásemos a una conclusión. Al final es un choque de concepciones nacionales (inventadas ambas, como todas) que se superponen. Yo personalmente soy muy estatalista. No quiero tener derechos por sentirme de una u otra nación, porque eso no deja de ser un sentimiento, sino por pertenecer a un estado. Y que ese estado sea lo mejor posible, y cuanto más grande mejor. Y que lo sea para todos, de igual forma. Bienvenida sea la Federeción Ibérica. Bienvenidos los Estados Unidos de Europa. Pero en vez de eso, parece que hemos vuelto a los tiempos del XIX, a las identidades nacionales excluyentes (en un lado y en otro), y a la radicalización identitaria. No sólo aquí o en Cataluña, sino en toda Europa. Y ese cuento me lo sé, y no me gusta nada, porque sé cómo acaba y no acaba bien.
    Desconozco si los catalanes tienen derecho a elegir su futuro o no. O si debemos decidirlo todos los españoles. O si no debe pasar nada. Para opiniones colores. Lo que sí se es que este suicidio colectivo en el que nos hemos metido no vale para nada. Hay que frenar, hay que juntarse, hay que hablar, hay que plantear los problemas con la mente abierta. Y lo malo es que eso no pasará mientras Rajoy y Puigdemont gobiernen.
    Entiendo a los catalanes. Entiendo su enfado y su cansancio. Entiendo que la independencia les resulte un discurso más ilusionante que una España cada vez más podrida. Pero la realidad es muy dura y terca. Espero sinceramente que no lleguemos a un desastre tan innecesario como absurdo. Y para eso, vamos a tener que trabajar mucho las mentes, en Madrid y también en Barcelona.

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